Los planetas son muy pequeños al lado de las estrellas fuera del sistema solar, por lo que es muy difícil detectar exoplanetas a menos que pasen por la cara de su estrella (o si son muy, muy grandes). A menudo, los astrónomos solo pueden inferir la existencia de planetas por su efecto sobre la estrella anfitriona u otras estrellas.
Eso es especialmente cierto en el curioso caso de Kepler-88 c, que los investigadores que usaron el telescopio espacial Kepler dijeron que era un posible planeta debido a sus efectos en la órbita de Kepler-88 b, un planeta que atraviesa el huésped de su estrella anfitriona. Los astrónomos europeos acaban de confirmar los datos de Kepler utilizando el espectrógrafo SOPHIE en el Observatorio Haute-Provence de Francia.
Es la primera vez que los científicos utilizan con éxito una técnica para verificar de forma independiente la masa de un planeta en función de lo que se encontró en la variación del tiempo de tránsito, o cómo la órbita de un planeta varía de lo que se espera a medida que cruza la cara de su sol. Eso significa que TTV probablemente se pueda usar como un método fuerte por sí solo, dicen los defensores.
La técnica de SOPHIE se basa en medir la velocidad de la estrella, que también puede revelar la masa de un planeta al ver su efecto en la estrella.
"Esta confirmación independiente es una contribución muy importante a los análisis estadísticos de los sistemas de múltiples planetas Kepler", declaró Magali Deleuil, investigadora de exoplanetas de la Universidad de Aix-Marsella que participó en la investigación. "Ayuda a comprender mejor las interacciones dinámicas y la formación de sistemas planetarios".
En realidad, los dos planetas se comportan de manera similar a la Tierra y a Marte en nuestro propio sistema solar en términos de órbitas, según el trabajo de un equipo anterior (dirigido por David Nesvorny del Southwest Research Institute). Predijeron que los planetas tienen una resonancia de dos a uno, lo cual es aproximadamente cierto para nuestro propio sistema solar, ya que Marte tarda unos dos años terrestres en orbitar el sol.
La nueva investigación fue dirigida por S.C.C. Barros en la Universidad Aix-Marsella en Francia. Puede leer el estudio en la edición del 17 de diciembre de Astronomy & Astrophysics, o en la versión preimpresa en Arxiv.
Fuente: Centro de Astrofísica de la Universidad de Oporto.