Centelleo interestelar

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Cualquiera que haya mirado las estrellas en el cielo nocturno (especialmente las que están en el horizonte) sin duda ha visto el efecto común del parpadeo. A menudo, se producen cambios de color vívidos ya que los efectos dependen de la longitud de onda. Todo esto sucede en la corta distancia entre el borde de la atmósfera y nuestros ojos. Sin embargo, a menudo, las nubes moleculares gigantes se encuentran entre nuestros detectores y una estrella. ¿Podrían estas nubes de gas y polvo causar también un efecto centelleante?

En teoría, no hay razón para que no lo hagan. A medida que las nubes moleculares gigantes que interceptan la luz estelar entrante se mueven y distorsionan, también debería hacerlo el camino de la luz. La diferencia es que, debido a la densidad extremadamente baja y al tamaño extremadamente grande, las escalas temporales en las que se produciría esta distorsión serían mucho más largas. Si se descubriera, proporcionaría a los astrónomos otro método para descubrir gas previamente oculto.

Hacer esto es precisamente el objetivo de un equipo de astrónomos que trabajan en la Universidad de París y la Universidad Sharif en Irán. Para obtener y comprender qué esperar, el equipo primero simuló el efecto, teniendo en cuenta las propiedades de la nube (distribución, velocidad, etc.), así como la refracción y la reflexión. Estimaron que, para una estrella en la Gran Nube de Magallanes con luz que pasa a través del típico H galáctico2 gas, esto produciría centelleos con cambios que tomarían alrededor de 24 minutos.

Sin embargo, hay muchos otros efectos que pueden producir modulaciones en la misma escala de tiempo, como las estrellas variables. Serían necesarias restricciones adicionales para afirmar que un cambio se debería a un efecto de parpadeo y no a un producto de la estrella misma. Como se indicó anteriormente, el efecto es diferente para diferentes longitudes de onda que producirían una "variación de la escala de tiempo característica ... entre el lado rojo del espectro óptico y el lado azul".

Con las expectativas en la mano, el equipo comenzó a buscar este efecto en áreas del cielo en las que sabían que existían densidades de gas especialmente altas. Por lo tanto, apuntaron sus telescopios hacia nebulosas densas conocidas como glóbulos de Bok como Barnard 68 (en la foto de arriba). Las observaciones se tomaron utilizando el telescopio ESO NTT-SOFI de 3,6 metros, ya que también tenía la capacidad de tomar imágenes infrarrojas y explorar mejor los posibles efectos en el lado rojo del espectro.

A partir de sus observaciones durante dos noches, el equipo descubrió una instancia en la que la modulación del brillo en las diferentes longitudes de onda seguía los efectos predichos. Sin embargo, señalan que a partir de una sola observación de sus efectos, no demuestra de manera concluyente el principio. El equipo también observó estrellas en la dirección de la Pequeña Nube de Magallanes para intentar observar este efecto de parpadeo en esa dirección debido a nubes previamente no detectadas a lo largo de la línea de visión. En este intento, no tuvieron éxito. Otras observaciones similares a lo largo de estas líneas en el futuro podrían ayudar a limitar la cantidad de gas frío dentro de la galaxia.

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